domingo, 28 de junio de 2020

Capítulo 1

Amanecer Escarlata

Llegué tarde.
El pueblo estaba arrasado, no quedaba ni un alma corriendo, pues se hallaban sus cadáveres tirados en el suelo, colgados, esparcidos, quemados, mutilados y descuartizados. Compartían sus miradas inyectadas en sangre, el miedo reflejado en sus rostros, el dolor, la perdida… Estaban muertos. Yo volví a llegar tarde.
Sólo lograba oler el humo, la sangre y la muerte; discerní una sensación de asco y angustia por volver a encontrarme con este escenario conocido y con su particular esencia.  El sonido de la noche era el del fuego arder en los edificios y estos derrumbándose.
-¿uhmmn? -  Susurré, mientras levantaba mi cabeza con asombro al lograr hallar un pequeño resquicio de un rastro. Un olor con trazas de miedo, angustia, sufrimiento; pero eso implicaba estar vivo, por ello había logrado encontrar un rastro de supervivientes.
Seguí el rastro esquivando edificios, y trozos de estos que caían llameantes y peligrosos y sabía que… Esto era una masacre, que era otra matanza y no pude evitar cuestionarme ¿Cómo podía haber algún superviviente? ¿Dónde podía estar para evitar los derrumbamientos y sus trozos abrazados en fuego?
 Lo entendí al llegar al final de rastro, estaba abajo, debajo del suelo, en una especie de alcantarillas que más bien parecían cloacas de otro tiempo, por el olor que tenía, me pegó fuerte y tuve que echarme un paso hacia atrás. Pero en la oscuridad y entre esa agua insalubre de excrementos los logré visualizar, eran dos y esto era un milagro. Se encontraban en esa cloaca y por lo que pude ver en lo poco y mal que se veía, aunque sabiendo que también debían estar: sucios, ensangrentados, embarrados, aunque con esa agua residual que les llegaba hasta la boca, sólo pudiendo ver así más bien sus ojos, más bien sólo dejaban en claro el miedo que sentían al verme, los había encontrado así que evidentemente era lo normal sentirlo. Estas dos personas parecían jóvenes, aunque era mucha conclusión solo valorando unos ojos, frente, pelo y algo de nariz... Su elección de escondite era óptima, creativa y asquerosa aunque su intención de así tapar su olor era una solución inteligente y efectiva, porque vaya que olía tan mal que dudaba que yo pudiera meterme allí por voluntad propia. Tal vez eso los había logrado salvar, desde mi punto de vista sin dudas, porque ese olor era insoportable, eran residuos humanos, era agua contaminada con olor venenoso.

La situación de conocernos era desafortunada y era evidente que mis palabras no les llegarían, no confiarían en mí fácilmente… Pero debía mantenerlos con vida, así que saqué la barra de pan que había estado cargando en mi bolsa y la coloqué a un metro de la sucia entrada a su escondite; recurrí a la estrategia ancestral de dar comida y esperar. Por ello me retiré y me senté a unos diez metros de la barra de pan que había dejado en el suelo, para darles espacio evitando también parecer peligroso, pero sabía que en esta situación estaba teniendo un comportamiento sospechoso si lo pensaban, aun así cruce los dedos de que estuvieran más hambrientos o cansados para cuestionarse lo que yo hacía allí y mis acciones y métodos. Curiosamente gracias al espacio que les había cedido me encontraba por ello apoyado en la fuente de la plaza, en el centro del pueblo, lo que me daba una excelente vista de mi entorno y de la situación; rodeado de cadáveres y de edificios en llamas, una vista siniestra en una noche tranquila entonada en el ruido del fuego y en el silencio de la vida.
Para mi mal fortuna tanta mezcla de olores me daban nauseas, entre las llamas, los cadáveres… Esos olores eran a causa de la muerte… Pero ¿y el de las cloacas?¿no mantenían limpias sus alcantarillas?¿Cómo aguantaba el pueblo en fiestas el maloliente olor? Tal vez era cosa de hace poco tiempo, porque no era nada higiénico y la gente suele quejarse con facilidad, no pueden haber obviado el tema o simplemente ignorado. Para mí esto era razón fácil de dejar de pagar impuestos… Evitando pensar más en el olor volví a mirar a mi alrededor, menos mal que los edificios en esta zona están más dispersos, eso evita el aplastamiento y el tener que esquivar, también que a los jóvenes se les tapara su única salida, aunque también por ello los cadáveres de la zona eran claros y fácilmente visibles, los edificios los alumbraban como antorchas en la noche, distinguibles y descriptibles. Una pena, no pocos debieron intentar huir… Es una lástima que me haya rezagado, y un peso que deberé cargar, como muchos otros. Jajajaja(pude oírme susurrar mi propia risa histérica) ¿Cuántos más deberé cargar antes de que se me rompa la espalda de tanto peso que soportar?
Seguí esperando a que salieran los dos supervivientes de ese lúgubre y maloliente escondite, lo hice con la paciencia de cazador y de un padre o más bien de una madre… Tras unas horas vislumbré una cabeza medio saliendo y que sus ojos me miraban fijamente, para no espantarlo no le devolví la mirada, simplemente hice como quien no se da cuenta, tranquilo y apoyado en mi fuente pude notar por el rabillo del ojo que poco a poco emergió una figura y tras esa otra, salieron a trompicones forzosamente retirando las pesadas rejas de la alcantarilla con mucho esfuerzo más bien entre los dos. Increíble…Eran críos.
Tenían un aspecto asalvajado por la ropa desgarrada que pude notar por el movimiento de algunos jirones a causa del viento nocturno, tenían la misma altura y una complexión parecida, seguramente eran familia por la confianza y la cercanía, también era un sello sus ojos azul marino que compartían, sí definitivamente familia, tal vez gemelos. No dijeron nada.
Sus movimientos eran bruscos y ásperos por lo que pude notar viéndolos de forma indirecta. Los chicos se turnaron para comer el pan, mientras uno me vigilaba no recto y  no con una postura impecable, más bien todo lo contrario un poco agachado, encorvado seguramente por el miedo todavía se hallaba en su cuerpo; pero aun así vigilándome concienzudamente, el otro comía de forma desesperada de rodillas en el suelo, mirando solo la comida entre sus manos, masticándola…Más bien engulléndola como si fuera la última o tal vez para darle paso a su compañero para comer… ¿Quién sabe? Pero era un hecho que ambos parecían no poder soportar su propio peso, por el cansancio o por el miedo o tal vez porque estaban mojados y tiritando ¿de frío?¿de miedo?.
 Era evidente la desconfianza y dada la situación no podría ayudarlos hasta que se hicieran un poco a la idea de que estaban a salvo y de que podían confiar en mí, o por lo menos no esperar que yo los atacara como lo que le había ocurrido al resto del pueblo, que fue masacrado en unas horas y seguramente con estos también su familia(era triste pero estaba acostumbrado atragedias), por ello ni me moví ni les miré. Cuando terminaron su comida y antes de que volvieran a saltar a su oscuro y maloliente escondite me levanté ágilmente y caminé dándoles la espalda para darles más espacio; pude notar sus miradas clavadas en mi nuca.
Cuando estuve a quince metros más lejos de ellos y con ello más cerca de los edificios me encontré casi frente a un cobertizo; miré a mi alrededor y  me sorprendí del tiempo que había transcurrido, puesto que el fuego se había mitigado y ya estaba amaneciendo este era un precioso amanecer rojo que daba la bienvenida y alentaba un nuevo día aunque con ello su luz dejaba ver el horrible escenario de cadáveres, de sangre y de malos recuerdos, recuerdos que uno desearía que se hubiesen quemado con el fuego. Un escenario que la noche había intentado cubrir.
Me di la vuelta para ver los rostros de los niños, pero ni un lágrima, nada, parecían huecos, sin alma…Me preocupé, porque esta luz  también me dejó ver mordeduras y arañazos…Esto no pintaba bien, nada bien, en realidad pintaba mal…Pero seguían vivos y yo tenía la intención de ayudarlos.
 Inhalé  profundamente ante un nuevo propósito y me arrepentí al instante, odio el olor a ceniza, a destrucción, a cadáver calcinado y a muerte, me daban muy malos recuerdos y ante mí tenia a unos chicos que tenían más reciente ese sufrimiento y que también odiarían este olor, pero que aún respiraban y temblaban de frío o de miedo, que estaban sucios y malolientes, ¿Qué apenas tenían luz en sus ojos? Pues tocaría darles un propósito, alentarlos a vivir; lo que hiciera falta. Porque ante mí me encontraba con una imagen desesperanzadora dos niños mojados, sucios y ensangrentados rodeados de cadáveres y de un amago de fuego que quedaba en los edificios calcinados, a la luz de un nuevo amanecer, una luz que tenía la imagen de rojo y quedaba lúgubre. Rojo amanecer y roja la tierra por la sangre… Malos recuerdos, recuerdos que se teñirían de escarlata
Aunque los miré directamente a los ojos y seguí viendo la desolación de sus miradas vacías y frías y evidentemente no pude encontrar las ganas de vivir…Esto era lo normal, lo habían perdido todo en una noche, estaban marcados y eso uno lo carga, lo lleva no se olvida. No hay que apresurarse, sé que las cosas requieren de su tiempo, como el esperar a que salieran de la alcantarilla, de que comieran, de que se acercaran, y ahora de que me siguieran… Pero al estar vivos también tendrían el tiempo para cerrar esas heridas, que cicatrizarían y seguirían escociendo y molestando, pero que se podrían sobrellevar. Lo preocupante era que…Apenas parecían humanos.
Mirándolos más adecuadamente vi de forma clara que eran gemelos. Suspiré e inspiré profundamente y…
-Siento no haber llegado antes y haber podido ayudar….- aunque mi voz salía suelta y segura, estaba incomodo ante esta situación, era mi primera vez hablando con niños en mucho tiempo y debía atrapar la atención de estos niños, debía ayudarlos. -Bueno…ufff(suspiro), Mi nombre es Mu, y estaría encantado si decidierais acompañarme; por ahora puedo daros un lugar en el que vivir seguros, comida y ropa. Deberíamos comenzar a movernos, este lugar no es seguro…- dije mientras me rascaba la cabeza, esto tampoco me inspiraría confianza a mí… Pero era evidente que aquí ya no pintábamos nada.
Los seguía mirando y con el sol ascendiendo sus ojos comenzaron a ver de verdad, a volver a tener cierta luz, cierta vida y a mirarme (para bien o para mal). Sin duda me alegré, podía trabajar con esto, no podía ayudar y rescatar dos cadáveres que no deseaban vivir. Estaban asimilando la situación (bastante rápido, aunque eso era lo mejor a mi parecer). Esto me hizo suspirar nuevamente.
-Quemarlo- susurró uno de los niños, su voz sonaba ronca y muy muy baja, pero logré escucharle con facilidad.
-¿A qué te refieres?- pregunté.
-Quemarlo todo- respondió con algo más de esfuerzo, algo más alto. ¿estaría su garganta dolorida de gritar?
¿Quería de alguna forma no dejara rastro de lo sucedido?¿ pensaba que quemándolo todo lo olvidaría? No entendía, pero eso era habitual en mí, muchas acciones nunca termino de entenderlas. Ya era mucho suponer en una noche, sé que pienso demasiado… Así que usé mi método conciliador para solucionar este tipo de situaciones. Sonreí y asentí.
Así les dije que se pusierana buscar aceite y gasolina; que cogieran los restos de madera de edificios, la paja de los cobertizo, todo lo que fuera útil y combustible. En cambio yo hice el trabajo sucio, junté los cadáveres que quedaban(los de la plaza, los de las callejuelas que quedaban a la vista). Pues eran los únicos que se podrían hallar tras el derrumbamiento de la ciudad; muchos de los cuerpos habían quedado encerrados, aplastados y/o incinerados.
Hice una pila con los cadáveres en la plaza, ya que era evidente que los niños no debían ver a sus conocidos, familia o amigos en ese estado o más bien con ese aspecto y más aún si se podía evitar. Ya habían sufrido demasiado con los hechos acontecidos en la noche y eran sensaciones, sentimientos y recuerdos que no me atrevería a preguntar a entrometerme y menos a profundizar sin conocerlos y si no era necesario. Aunque sabía que algún día tendría que preguntar, tendría que buscar tener el tacto y el momento idóneo…
Incendié la pila de cadáveres frente a mí y reviví el fuego de la noche que estaba por consumirse de los edificios. Por ello echamos el combustible en la pila y el resto de los edificios del pueblo que aún seguían en pie  de los edificios echando gasolina, los niños habían distribuido bien la madera y habían encontrado suficiente gasolina, por ello todo ardería bien según sus deseos. Así pues nuevamente el pueblo era una antorcha incluso más potente que en la noche, este fuego se mezclaba con el rojo amanecer que estaba por terminar y alzarse aun más alto.
Lo odiaba, nuevamente tenía el dichoso aroma que más odio alrededor de mí y lo estaba respirando….Esto eran un infierno, no por la imagen que en sí podría serla para muchos el apocalipsis, el fin del mundo; sino el olor, era insufrible para mí.
Los niños no lloraron, no derramaron ni una sola lágrima. Tal vez no les quedaban o simplemente no estaban preparados para llorar la perdida, pero era un triste y trágico escenario para los supervivientes eso si lo sabía. Algunos dirían que incluso traumático.
Nos alejamos del pueblo sin nada, solo lo que cada uno llevaba; los niños vestidos en sus destrozadas ropas y yo vestido de forma cómoda y más normal de lo que me veo normalmente, aunque con mi bolsa de provisiones al hombro. Cuando nos alejamos lo suficiente y en lo alto de una pequeña colina nos giramos por última vez y vimos la columna de fuego y de humo, era devastadora e imponente (se había propagado bien el fuego gracias a la gasolina y al viento favorable) Era la última vez que verían su pueblo… Daba pena. Era un nuevo inicio, uno entre llamas, uno nacido de la destrucción, uno que no habían elegido y al que tendrían que adaptarse, uno en el que yo los ayudaría. Era nuestro comienzo.
-Está cerca del cielo- susurro uno de ellos, mirando al fuego de su pueblo, un fuego que ellos habían decidido esta vez iniciar. Lo dijo en lo que  fue un susurro llevado por el viento, un último pensamiento escapado entre sus labios, una despedida.
Tras esto me siguieron en silencio, y por mi parte también lo hice. Sigiloso yo guiaba el camino y ellos me seguían. Envueltos en un silencio que parecía en respeto por las almas, las muertes, su familia. Era tranquilo, vacío, sereno, triste y afilado. Así fue nuestro camino hacia el siguiente pueblo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario